lunes, 26 de octubre de 2015

La vida


   Un encuentro trascendental está ocurriendo dentro de ti. Un solo esperma ha penetrado la membrana externa (o cáscara) del óvulo y lo ha fecundado. Varios días después, el óvulo fecundado empezó a crecer y a instalarse en la pared de tu útero. ¡Está creciendo un bebé dentro de ti!

Tu bebé es una bolita (llamado blastocisto) con varios cientos de células que se están dividiendo sin parar. La parte de esa bolita que se convertirá en la placenta ha empezado a producir una hormona que se conoce como la hormona del embarazo o GCH (Gonadotropina Coriónica Humana).

La hormona GCH le manda un mensaje a los ovarios para que dejen de crear óvulos. Esta hormona también hace que aumente la producción de dos hormonas muy importantes durante el embarazo: los estrógenos y la progesterona. Estas hormonas hacen que el útero conserve el recubrimiento que tiene en las paredes para evitar que se caiga su pequeño inquilino, y además estimulan el crecimiento de la placenta.

Al tiempo que ocurre todo esto, el líquido amniótico está empezando a aumentar dentro de la bolita de células, en el lugar que más adelante se convertirá en el saco amniótico. Este líquido protegerá a tu bebé durante las semanas y meses que se aproximan.

Por el momento, el bebé está recibiendo oxígeno y nutrientes (y eliminando desechos) a través de un minúsculo sistema de circulación. Este consiste de túneles microscópicos que conectan a tu bebé en desarrollo con las venitas que hay en la pared del útero. Para el final de la próxima semana, la placenta habrá crecido lo suficiente como para poder hacer este trabajo por sí sola

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